domingo, 7 de agosto de 2011

El Emperador-osho

   La vida te da tanto que podrías ser un emperador. Para serlo no necesitas un imperio; ser emperador es sólo una forma de vivir auténtica y plenamente. De no ser así también vuestros empera­dores son mendigos. No están vivos, están en el mismo bote que tú; por dentro están tan vacíos como tú. Tú pides más y ellos piden más.
   Esto me recuerda una vieja historia sufí:
   Un gran emperador fue a dar un paseo en su jardín por la mañana temprano y de repente se encontró con un mendigo que estaba esperándole allí, sabiendo que venía todas las mañanas antes del amanecer. ¿Quién si no le iba conseguir una audiencia a un mendigo? El emperador siempre venía sólo, así que no habría problema. Le preguntó: «¿Qué quieres?».
   «Esta es mi escudilla y quiero que la llenes -dijo el mendi­go-. Con una condición: que la llenes, no importa con qué (oro, plata y diamantes o piedras y barro). Mi condición es que debe llenarse completamente. Sólo si aceptas mi condición puedes intentarlo, si no me marcharé.»
    Era un gran reto para el emperador, el cual respondió: «¿Qué crees: que no puedo llenar tu escudilla?». Llamó inmediatamente a su primer ministro y le dijo: «Llena esta escudilla con los dia­mantes más preciosos».
«Una vez más te repito, de mendigo a mendigo -insistió este-, que todavía estás a tiempo; aún puedo marcharme.»
«¿Qué significa de "mendigo a mendigo"?» -respondió el emperador.
«Luego lo entenderás -respondió el mendigo-. Espera que venga tu primer ministro.»
Y vino con un cubo lleno de diamantes y los echó todos den­tro de la pequeña escudilla. El emperador y el primer ministro no se lo podían creer; los diamante desaparecían según caían en la escudilla. La escudilla seguía vacía; tan vacía como antes. Pero el emperador era un hombre de gran orgullo y apuntó: «Aunque tenga que echar todo mi tesoro, tengo que vencer a este mendigo. He vencido a emperadores; no puedo permitir que este mendigo me venza a mí. Y ya me ha tratado de "mendigo a mendigo"».
Mientras el sol avanzaba, se corrió el rumor en la capital de que el emperador estaba en un gran apuro. La escudilla se estaba tragando su tesoro. Se hacían corrillos; nadie se lo podía creer. Pero el emperador era testarudo. Desaparecieron los diamantes, los rubíes, las esmeraldas y los zafiros, luego el oro y la plata. Al llegar la tarde el emperador dijo: «Tenías razón. Ahora soy tan mendigo como tú».
«Por eso te dije que luego lo entenderías» -respondió el men­digo.
«Me has engañado esto no es una escudilla y tú no eres un mendigo. Al parecer eres un mago» -replicó el emperador.
«No, no soy un mago, soy un simple mendigo. Pero esta escu­dilla es realmente mágica -contestó el mendigo-. Y te contaré su secreto, de "mendigo a mendigo". Encontré esto; acércate y míralo. Es la calavera de un hombre. La he limpiado y pulido. La encontré en el cementerio. Soy tan pobre que no puedo comprar­me una escudilla en el mercado, así que me dije: "Esta me irá per­fectamente bien". La lavé, la limpié, le saqué brillo, pero por ser la calavera de un hombre, nunca está satisfecha, siempre está pidiendo más. No tiene mucho misterio. Tu calavera hace lo mismo. Todas las cabezas hacen lo mismo: pedir más.»
Al pedir más, pierdes lo que tienes.

1 comentario:

  1. Buen día amigo del camino en la vida y en común con Osho mira te comento sería excelente que indicaras la fuente de libro discurso de donde sacaste este precioso mensaje para así poder indagar más en esta historia sufí o libro de Osho si fueras tan amable y proveerlo ya que no es secreto bien Namaste!!

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